¿Qué alimentos pueden causar acné indirectamente?

¿Qué alimentos reducir si padeces acné? Aunque controvertida, esta pregunta se plantea con mucha frecuencia cuando se trata de personas que padecen numerosas dermatosis inflamatorias, y con buena razón. Los conocimientos modernos en dermatología y endocrinología (dado que la comida chatarra es una fuente o al menos un factor que contribuye a muchas enfermedades metabólicas) reconocen cada vez más explícitamente que, efectivamente, existe la conexión entre los alimentos poco saludables y los problemas en el funcionamiento del organismo humano. Ningún alimento causa el acné directamente, pero hay ciertos alimentos que han demostrado contribuir a la creación de condiciones ‘’ideales’’ para el desarrollo del acné. En particular, cuando hablamos de enfermedades inflamatorias de la piel (y este grupo incluye el acné), hay dos grandes grupos de alimentos que se deben evitar.

En primer lugar, los alimentos que tienen un índice glucémico alto.

Existe una conexión muy clara y bien investigada entre los alimentos con alto índice glucémico y el acné vulgaris. Es decir, al consumir alimentos ricos en azúcares, que generalmente tienen un índice alto, el organismo entra en un estado de hiperinsulinemia. Los niveles elevados de insulina dan como resultado una mayor secreción de hormonas androgénicas, lo que a su vez conduce a una mayor producción de sebo. Aunque el aumento de la secreción de sebo en sí mismo no es la causa de acné, ciertamente puede contribuir a la posibilidad de desarrollar poros obstruidos que son el microclima perfecto para el desarrollo del acné.

El estado de hiperinsulinemia provoca un aumento en el nivel de la hormona circulante IGF-1 (factor de crecimiento similar a la insulina) y una disminución en el nivel de IGFBP-3 (proteína 3 de unión al factor de crecimiento parecido a la insulina) cuyo desequilibrio ha demostrado afectar directamente la proliferación y apoptosis (muerte programada) de las células de la piel: queratinocitos. Este proceso contribuye al funcionamiento irregular de la piel, es decir, afecta negativamente el funcionamiento de la descamación normal, que es un requisito previo extremadamente importante para una piel limpia.

El proceso de aumento de la secreción de sebo y la hiperqueratinización crea un círculo vicioso en el que un mecanismo impulsa al otro hacia la creación de las condiciones ideales para la proliferación bacteriana de la bacteria C. acnes presente de forma natural, lo que muy fácilmente conduce a la inflamación. Incluso una pequeña fluctuación hormonal a favor de las hormonas androgénicas (como durante el síndrome premenstrual) puede provocar una inflamación significativa que se repite cíclicamente de un mes al siguiente. La dieta occidental estándar rica en grasas saturadas, carbohidratos llenos de azúcar y alimentos refinados (bocadillos, dulces, pan, etc.) ciertamente juega un papel en la patogenia de los trastornos inflamatorios de la piel. Un cambio en la dieta por sí solo probablemente no curará el acné por completo, pero intentar tratar el acné sin una revisión de la dieta resultará igualmente improductivo.

Otro gran grupo de alimentos que ha demostrado tener un efecto negativo sobre la aparición del acné (especialmente los de naturaleza hormonal) son los productos lácteos.

La leche, ya sea orgánica o no, es rica en hormonas que conducen a un aumento de los niveles de la hormona IGF-1, al igual que los carbohidratos refinados. Los receptores de esta hormona se encuentran en los queratinocitos. En las personas que padecen acné, se ha encontrado un vínculo muy claro y definido entre la cantidad de hormona IGF-1, dihidrotestosterona o DHT (metabolito de testosterona), la cantidad de sebo y la intensidad de las lesiones del acné, ya que se ha demostrado que el IGF-1 estimula la enzima 5α-reductasa responsable de metabolizar la testosterona en la DHT. El número de lesiones de acné, es decir, la intensidad de la proliferación de sebocitos, tiene una correlación positiva con los niveles de IGF-1, que a su vez se correlaciona positivamente con el consumo de productos lácteos.

El IGF-1 no solo actúa de manera que aumenta el nivel de hormonas androgénicas, sino que también reduce los niveles de SHBG (globulina fijadora de hormonas sexuales) que permite que estas hormonas androgénicas estén biodisponibles. La leche es rica en progesterona, pero también en precursores de DHT (como 5α-androstanediona y 5α-pregnanediona) que se convierten muy fácilmente en DHT por vías enzimáticas. Esto es muy desfavorable para las personas que ya sufren de la piel grasa, ya que el DHT afecta directamente la intensidad de la secreción de sebo. Por lo tanto, para las personas que ya padecen acné hormonal, la adición de hormonas endógenas de los alimentos puede tener consecuencias catastróficas para todo el funcionamiento hormonal del organismo, e incluso para la salud de la piel.

Muy a menudo se suele relacionar el consumo excesivo de chocolate con la aparición de acné facial. Desafortunadamente, el chocolate con leche clásico contiene la combinación ‘’ganadora’’ de leche y grandes cantidades de azúcar, por lo que no es nada inusual que cause problemas en la piel. Sin embargo, no te desesperes – el chocolate sin leche, con un alto porcentaje de cacao y un bajo porcentaje de azúcar, no será ningún problema para la mayoría de las personas, si lo consume como postre en cantidades moderadas.

Recuerda, cada cambio en la dieta necesita al menos 3 meses para mostrar resultados reales, por lo que no te rindas demasiado pronto y con facilidad. Incluso si la dieta no tiene un impacto significativo sobre el acné, la reducción de los alimentos mencionados anteriormente sin duda tendrá un efecto positivo en tu salud.