¡Identifica tu tipo de piel!

Para poder elegir el producto adecuado para tu rutina, lo fundamental es identificar qué tipo de piel tienes.

Hay cuatro tipos básicos de piel: seca, grasa, normal y mixta. El tipo de piel es generalmente permanente y está condicionado genéticamente, pero para cada tipo de piel es necesario tener en cuenta factores adicionales como la sensibilidad, la uniformidad del tono y la textura que finalmente afectan la elección del cuidado adecuado.

Se debe hacer una distinción entre el tipo y la condición de la piel. La condición de la piel es, por ejemplo, deshidratación. Tanto la piel grasa como seca pueden desarrollar el problema de sequedad superficial de la piel (deshidratación) debido al uso de limpiadores agresivos, limpieza demasiado frecuente, hidratación insuficiente, etc. Podemos influir en la condición de la piel con pequeños cambios en las rutinas del cuidado, pero, lamentablemente, no podemos afectar el tipo de piel. Sin embargo, podemos intentar equilibrar la piel y mantenerla sana, independientemente del tipo.

TIPO DE PIEL

Para empezar, conoce las características de cada tipo de piel y te resultará más fácil colocar tu piel en la categoría correcta:

SECA: Tu piel es seca si se ve mate y se siente tirante durante todo el día. Los poros son apenas visibles y la piel puede ser áspera y escamosa al tacto. El acné y los comedones son una ocurrencia rara. Una piel seca carece de lípidos y prefiere productos ricos y nutritivos.

GRASA: Este tipo de piel se reconoce fácilmente por el brillo graso que está presente a lo largo del día en todo el rostro. Al tacto puedes ver que el residuo graso permanece en la mano. Los poros son generalmente muy visibles, dilatados y, en algunos casos, obstruidos. La piel grasa tiene más probabilidades de desarrollar acné y comedones, por lo que a menudo es propensa a imperfecciones. Las emulsiones y los sueros acuosos ligeros y de rápida absorción son el tipo de productos que prefieren las pieles grasas. Para este tipo de piel, es importante esforzarse por equilibrar la cantidad de sebo secretado, es decir, establecer el flujo de sebo de los folículos y normalizar la tasa de descamación, para que los poros no se obstruyan, que es un requisito previo para el desarrollo del acné.

NORMAL: Un tipo de piel ideal, casi endémico, que se caracteriza por una proporción equilibrada de sebo y humedad, es decir, por una barrera hidrolipídica saludable. Este tipo de piel tiene un brillo ligero y saludable. La piel normal no se pone demasiado grasosa durante el día y no provoca sensación de tirantez. Hay poros presentes, pero generalmente poco visibles. Para este tipo de piel elige una emulsión o una crema de textura más ligera.

MIXTA: Como su nombre indica, es un tipo de piel con características de la piel tanto grasa como seca. En la mayoría de los casos la zona T (frente, nariz y mentón) es grasa con la apariencia de acné y comedones, mientras que las mejillas están secas o normales. Para este tipo de piel es más adecuado un enfoque combinado en el cuidado de la piel, es decir, se recomienda usar texturas más ligeras en las partes grasas, mientras que en las mejillas se puede aplicar un producto nutritivo adicional.

Ahora que entiendes tu tipo de piel, es importante conocer sobre algunos otros factores determinantes que guiarán el cuidado de la piel.

SENSIBILIDAD

Otro factor importante que determina el tipo de la piel y el cuidado es el nivel de resistencia natural de la piel. La piel resistente se caracteriza por una capa superficial duradera que protege adecuadamente la piel de alérgenos e irritantes ambientales. El acné, los procesos inflamatorios y el enrojecimiento general de la piel son muy raros en personas con piel resistente. Generalmente tienen una alta tolerancia a varios productos cosméticos.

A diferencia de las pieles resistentes, la piel sensible que presenta 4 subtipos diferentes es un problema cada vez más común: subtipo que desarrolla acné (con tendencia a comedones y acné); subtipo que desarrolla rosácea (con tendencia al enrojecimiento de la cara acompañado de capilares agrandados y cambios papulopustulosos); subtipo que desarrolla reactividad (caracterizado por una sensación de ardor y enrojecimiento transitorio); subtipo que desarrolla una alergia (caracterizado por enrojecimiento pronunciado, picazón y descamación de la piel). Lo único en común de todos estos subtipos es que la piel responde con inflamación y debe buscarse un tratamiento adecuado de acuerdo con esta respuesta.

La inflamación de la piel es un problema complejo con una serie de etiologías que deben ser dirigidas y tratadas de manera específica. Estéticamente, este problema se puede tratar evitando irritantes e introduciendo ingredientes calmantes con efectos antiinflamatorios como aloe vera, extractos de avena y pepino, niacinamida, ácido salicílico, zinc PCA, manzanilla, etc.

UNIFORMIDAD DEL TONO DE PIEL

Este factor se refiere a la tendencia a las imperfecciones y la decoloración de la piel, como la pigmentación postinflamatoria y el melasma.

La pigmentación postinflamatoria describe manchas oscuras, en su mayoría marrones, que se quedan después del acné, y la etiología de estos cambios es casi la misma que la etiología del melasma. Ambos se desarrollan debido a la actividad de los melanocitos y la exposición a la radiación ultravioleta. Por otro lado, el eritema postinflamatorio es un enrojecimiento residual (principalmente después del acné o pequeñas heridas) que indica que el cuerpo intentó curar algún tipo de inflamación.

En el tratamiento de la hiperpigmentación postinflamatoria y el melasma, los más eficaces son la hidroquinona, la vitamina C, el ácido kójico, la niacinamida, la arbutina y los extractos de morera y regaliz. Además, los ingredientes exfoliantes como los ácidos glicólico y salicílico son eficaces para estimular la exfoliación de queratinocitos problemáticos. Es obligatorio evitar la radiación UV.

El mejor remedio para tratar el eritema postinflamatorio es evitar los productos que provocan la irritación de la piel. Estos cambios desaparecen por sí solos con el tiempo y la velocidad depende de la profundidad de la inflamación que causó el cambio y puede durar desde unos pocos días hasta algunos años. Los láseres que se dirigen al pigmento rojo en la piel son una de las posibles soluciones para este problema, pero generalmente requieren más tratamientos con meses de recuperación.

TEXTURA DE LA PIEL

La textura de la piel se puede dividir en poros visibles y arrugas. La formación de arrugas está influenciada principalmente por factores cronológicos (envejecimiento natural, determinado genéticamente) y la exposición a la radiación UV. El envejecimiento cronológico es imposible de prevenir o retrasar, pero podemos influir en los factores ambientales de forma preventiva.

El envejecimiento prematuro de la piel se ve afectado principalmente por el tabaquismo y otras formas de contaminación, una dieta deficiente en nutrientes, el consumo excesivo de alcohol y, sobre todo, la exposición a la radiación UV. Todos estos factores en mayor o menor medida impiden la síntesis de colágeno y estimulan la respuesta inflamatoria de la piel. Puesto que sabemos que los niveles de componentes estructurales de la piel (como colágeno, elastina y ácido hialurónico natural) disminuyen con el tiempo, prevenir su degradación significativa en la piel es clave para mantener la piel joven. Los productos que contienen vitamina C, péptidos y retinoides y las exfoliaciones químicas ayudan significativamente a la síntesis de colágeno.

Otro problema relacionado con la textura de la piel son los poros dilatados que le dan a la piel un aspecto poroso y específico. Este problema ocurre en pieles muy grasas, pero también en pieles secas y maduras, aunque la etiología en estos dos casos es completamente diferente. En pieles grasas, la producción del sebo aumenta y, por lo tanto, los poros se expanden para permitir que el exceso de sebo se descargue del canal capilar de la manera más eficiente posible. En pieles secas y maduras, los poros dilatados son un signo de epidermis y dermis debilitadas. Con la degradación del colágeno y la elastina, la superficie de la piel comienza a perder firmeza, se relaja y los poros se vuelven más visibles, es decir, se ven agrandados.

La solución tanto para las arrugas como para los poros es la misma. En el caso de pieles mixtas a grasas con poros dilatados, el uso de exfoliantes químicos, especialmente los basados en ácido glicólico y láctico, será de mucha importancia, ya que retexturizan significativamente la piel con su uso regular. Además, el uso de los retinoides y otros antioxidantes ya mencionados, así como la protección UV adecuada, representan una ayuda a largo plazo para todo tipo de piel con este problema. La apariencia de la piel con poros dilatados y arrugas se puede mejorar, incluso significativamente, pero al mismo tiempo es necesario tener expectativas realistas.

Cuando entiendes tu tipo de piel y los problemas específicos con los que te enfrentas, es fácil identificar de qué formas y con qué productos se pueden tratar estos problemas. Para que te resulte más fácil elegir los productos que cubran adecuadamente todos los problemas de tu piel, cada producto en nuestra tienda online viene con una descripción detallada de la piel a la que está destinado el producto.